Hace dos años la Fundación Imaymana se contactó con La Cuica Cósmica y la Escuela Politécnica Nacional para desarrollar un proyecto enfocado en el manejo de los residuos en las Unidades Educativas del Chocó Andino. El proyecto tuvo la finalidad de promover una gestión integral de los residuos con una visión de territorio, construir centros de acopio y composteras (o lombricomposteras) en siete unidades educativas, además de motivar y crear capacidades para su uso. Se logró construir e inaugurar estos espacios, resultando en una intervención muy emotiva, que nos permitió invitar al taita Ayni de Imbabura para facilitar un ritual y hablar de cómo la relación que tenemos con nuestros residuos requiere un cambio cultural profundo.
Sentimos la necesidad de seguir con este proyecto, siendo posible el año pasado, gracias a que La Cuica Cósmica pudo acceder a un fondo de la Alianza Basura Cero Ecuador, para dar continuación a este proceso y es así como nace la Red Basura Cero del Chocó Andino. Está conformada por 8 unidades educativas distribuidas en 4 parroquias de la Mancomunidad del Chocó Andino, estas son: en la parroquia de Pacto las U.E. 24 de Julio, U.E. Río Pachijal y la Escuela Fiscal Río Mashpi; en la parroquia de Gualea la U.E. Alfredo Pérez Chiriboga, en la parroquia Nanegal las U.E. Nanegal y U.E. Teniente Hugo Ortiz; y en Nanegalito las U.E. Nanegalito y U.E. San Francisco de Quito. Entre septiembre y diciembre del año pasado, dos docentes y tres estudiantes de cada unidad educativa reforzaron sus conocimientos y habilidades de compostaje, aprendieron la importancia de hacer un compost vivo, su relación con el cambio climático, y tomaron datos de la cantidad de residuos orgánicos compostados para saber cuánta emisión de gases de efecto invernadero han evitado.
Esta experiencia nos ha demostrado la importancia del compostaje como el corazón de estos procesos de cambio, así como el incluir a jóvenes y profesores como promotores en sus territorios. También nos ha planteado al compostaje como una herramienta pedagógica interdisciplinaria muy valiosa, que integra metodologías de aprendizaje alternativas y activas. Por ejemplo, para la construcción de las composteras se utilizan las matemáticas y el dibujo técnico. Para entender el proceso del compostaje y el rol de la relación de los elementos nitrógeno-carbono es necesaria la química, aprendemos de la biología y la ecología al comprender la naturaleza del compostaje, conocer e interrelacionarnos con los bichitos del suelo; entre otras aplicaciones pedagógicas que podemos desarrollar.
Y, con una mirada más holística, quizás la parte más importante del compostaje escolar es la posibilidad de quitarnos el asco: el asco hacia los desechos que generamos para poder hacernos cargo de los mismos, y hacia otros seres que son indispensables en la descomposición de la materia. El compostaje nos permite entender mejor a la muerte, como un paso antes de la vida, y comprender realmente de qué se trata la circularidad de los procesos biogeoquímicos. Compostar nos hace mejores seres humanos, porque nos devuelve la humildad de regresar a ver el suelo, nuestra tierra.
Sin duda, este proyecto tiene un gran potencial para seguir creciendo, pues el compostaje se nos ha presentado como una semilla que abre múltiples caminos de regeneración. Ha resultado motivador ver a los profesores y estudiantes tomar la posta de las iniciativas, comprometerse y empoderarse de sus procesos. Sabemos que muchas veces lo difícil es lograr que el sistema educativo adopte estas prácticas en las materias, no quisiéramos que estas iniciativas sean aplastadas por los convencionalismos académicos. Sin embargo, vale mencionar que la participación y colaboración del Distrito de Educación Noroccidente 17D01, han sido esenciales para realizar todas las actividades del proyecto, dando su voto de confianza al trabajo y compromiso de todos los actores, por lo que consideramos muy importante que los distritos educativos puedan abrir sus puertas a este tipo de proyectos en el resto de la ciudad y el país. Es vital consolidar este tipo de acciones, pues los cambios culturales sólo son posibles si se sostienen en el tiempo, por lo que confiamos en que pronto tendremos algún fondo para seguir abonando este proceso.
Pensar en el Chocó Andino como un territorio Basura Cero, que se sostiene y crece con sus niñxs, jóvenes y profesores como agentes de cambio, resultado de una semilla plantada por el compost, da sentido y optimismo a este esfuerzo conjunto. Un esfuerzo que se propone el reto de rechazar estos sistemas extractivos de la vida, transicionar estas dinámicas lineales de dependencia del plástico como producto desechable y mercantil, de reconectar con saberes ancestrales y reconocer realidades territoriales actuales buscando soluciones que la misma naturaleza nos presenta. Si este es un territorio libre de minería por qué no atrevernos a declararlo también un territorio libre de basura. Aunque se presenta como una utopía, creemos que el Chocó Andino tiene muchísimo potencial para la construcción de sociedades más sanas que realmente pueden enseñarnos a vivir en armonía con la naturaleza.
Pensar en el Chocó Andino como un territorio Basura Cero, que se sostiene y crece con sus niñxs, jóvenes y profesores como agentes de cambio, resultado de una semilla plantada por el compost, da sentido y optimismo a este esfuerzo conjunto. Un esfuerzo que se propone el reto de rechazar estos sistemas extractivos de la vida, transicionar estas dinámicas lineales de dependencia del plástico como producto desechable y mercantil, de reconectar con saberes ancestrales y reconocer realidades territoriales actuales buscando soluciones que la misma naturaleza nos presenta. Si este es un territorio libre de minería por qué no atrevernos a declararlo también un territorio libre de basura. Aunque se presenta como una utopía, creemos que el Chocó Andino tiene muchísimo potencial para la construcción de sociedades más sanas que realmente pueden enseñarnos a vivir en armonía con la naturaleza.